con el objeto que en la Tierra nuestros espíritus inmortales vayan pagando sus culpas cometidas contra sus prójimos, en vidas sucesivas, en distintas épocas y pueblos, y así limpiar sus espíritus de toda mancha, merced a sufrimientos morales y físicos.
En Mateo 8:27-28, dice: “Desde allí partió Jesús con sus discípulos por las aldeas de Cesárea de Filipo y en el camino les hizo esta pregunta: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” Y ellos respondieron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías y otros en fin que eres como uno de los antiguos profetas.” Como podemos ver, en esa época se conocía y aceptaba la existencia de la Reencarnación, como Ley Divina.
Aquí dejamos más lecturas sobre la Reencarnación: